Lo que en un principio parecía una amenaza local en España, se ha convertido en un ciberataque a nivel mundial que se ha extendido por el sistema de salud de Reino Unido y que está afectando en distintos niveles a EEUU, Canadá, Rusia, China, Italia o Taiwan. Varios expertos cifran en 74 el número de países afectados hasta ahora.
El problema es que la infección avanza de manera vertiginosa. España ha sido uno de los primeros objetivos de este ataque a escala global. Telefónica ha sido quien ha recibido el mayor golpe, pero otras compañías como Iberdrola o Gas Natural se han visto afectadas por el ataque, así como muchos particulares, ya que los hackers han aprovechado una vulnerabilidad del sistema operativo Windows para el ataque mediante un virus de tipo ransomware.
Este tipo de virus encripta el contenido de los ordenadores (documentos, fotos, programas, etc.) y no puede ser recuperado salvo que se pague a los piratas informáticos mediante moneda virtual tipo bitcoin. Aún así, en muchos casos, aunque se pague, el contenido no se recupera, por lo que no es nada recomendable ceder al chantaje.
La forma de protegerse es mediante antivirus actualizados que incorporen el virus en su base de datos, y no abriendo correos de procedencia sospechosa, especialmente si incorpora ficheros adjuntos. Una vez se desencadena la infección, es casi imposible detenerla. La recuperación de los datos es, en la práctica, casi imposible.
Es imprescindible también disponer de copias de seguridad de los datos importantes actualizadas, fuera del ordenador (unidades extraibles tipo pendrive, discos duros externos, etc.). Si en el momento de la infección están conectadas al ordenador, también serán encriptadas.