Hay muchos motivos para que los ciudadanos españoles nos sintamos traicionados y decepcionados. El resultado de las pasadas elecciones ha facilitado poner bien a las claras la indecencia de buena parte de nuestros políticos.
Las últimas declaraciones y acciones de Pedro Sánchez ponen en riesgo a España y, sobre todo, al mismo PSOE. La deriva en la que ha metido a los socialistas moderados de este país es absolutamente incomprensible. El PSOE es el partido que más tiempo ha gobernado España en este periodo democrático, pero no lo parece, porque dejar las riendas a una persona como Pedro Sánchez no puede conducir más que a la autodestrucción. Y eso es muy preocupante, porque en España hay millones de socialistas que ven con incredulidad cómo su voto podría acabar en manos de Podemos, incluso de partidos independentistas, si dependiese exclusivamente de Sánchez. La pregunta que se hacen es, ¿hay forma de acabar con esta sinrazón?
Los pactos electorales siempre son legítimos, aunque no siempre son éticos, o no siempre cuentan con el aval del sentido común. Un votante del PSOE podría entender, incluso aceptar, un pacto con IU, por ejemplo, pero no con Podemos, básicamente porque el modelo es completamente diferente. Podemos defiende lo que defiende, y está en su derecho, pero los socialistas que querían pasarse a este partido lo hicieron en las elecciones, y los cinco millones y pico que no votaron a Podemos, es porque no comparten algunas cuestiones básicas. En definitiva, no querían votar a Podemos. ¿Qué derecho tiene Pedro Sánchez a pervertir su voto?
En realidad, ya lo hizo en las municipales y autonómicas. García-Page, que ahora dice «no» a los pactos con Podemos, dijo «sí» a Podemos para poder ser presidente de Castilla La Mancha… Tú no, pero yo sí, vamos. Pero bien es cierto que la repercusión a nivel nacional es más grave, porque los planteamientos de Podemos en cuanto a la desmembración y, por lo tanto, la destrucción de España como país, nos pone a todos en una difícil tesitura.
La idea de una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos me parece bien, y le parece lo más lógico a la inmensa mayoría, pero hay quien pone por delante el partidismo y el interés personal. Que Pedro Sánchez pretenda ser presidente a toda costa, arrastrándose lo que haga falta ante Podemos o los independentistas, es un espectáculo patético. Máxime, cuando la figura del presidente en esta próxima legislatura va a ser más simbólica que otra cosa, porque nada podrá hacer sin consenso. ¿Por qué no arrancar la legislatura dejando que sea la lista más votada la que proponga un presidente (Rajoy u otra persona de su equipo) y empezar a gobernar entre los partidos con máxima representación parlamentaria? Partido Popular, PSOE y Ciudadanos podrían aportar medidas consensuadas, y llevar a cabo cada uno parte de su programa electoral.
Pero es difícil. El inmovilismo que tanto critica Pedro Sánchez, y que ahora muestra él mismo en una vertiente mucho más radical, lo condiciona demasiado. Si fuerza a que se celebren nuevas elecciones, el PSOE corre el riesgo de seguir cayendo en picado, favoreciendo a Podemos de manera clara. Y que España vuelva a gastar 200 millones de euros en nuevas elecciones para que luego esté todo casi igual, a los españoles nos parecería una tomadura de pelo.
Pero Pedro Sánchez insiste en su ¿estrategia?, y decisiones como «prestar» diputados socialistas para que se puedan constituir grupos parlamentarios secesionistas, por mucho que se pretenda maquillar como de «cortesía parlamentaria», no ayudan a mejorar la opinión de los ciudadanos respecto a su gestión post-electoral. Ni de sus votantes, ni de buena parte de su propio partido, alguno de los cuales lo ha calificado como de «incomprensible».
Respecto al PP, a Ciudadanos o a IU, por citar algunos otros partidos, no puedo criticarlos en lo que están haciendo tras las elecciones. Ni siquiera a Podemos, que aunque no comparto en absoluto su ideología, está poniendo en práctica lo que dijo desde un principio, aunque es más que evidente que su principal objetivo ahora es la absorción del PSOE, algo que, de momento, le están poniendo fácil con el anzuelo de la presidencia a Pedro Sánchez. Pero el PP ha propuesto algo que es cabal: gobernar en coalición sin partidos radicales. Ciudadanos propone algo parecido, aunque sigue hablando con todos. IU tampoco dice nada que no dijese antes, y formaría parte de una coalición de izquierdas, incluso con Podemos, aunque su escasa representación en el Congreso le hace poco relevante. En definitiva, el PSOE es el partido que está mostrando un comportamiento más errático en todo este proceso de negociación.
Aún confío en que todo se pueda reconducir de una manera razonable. Aún confío en una voz que aporte cordura a todo este follón. La decisión de poner de presidente del Congreso a Patxi López me parece acertada, lo considero un político creíble y responsable. Tal vez, en el fondo, esta decisión tenga que ver con algún pacto, de momento secreto, que nos devuelva la esperanza de un gobierno con cierta dosis de estabilidad, y para eso hace falta el trabajo y las ideas de los tres partidos mayoritarios. Eso sí que sería respetar la voluntad de los españoles.
El caso es que los ciudadanos moderados de este país, de derechas, de centro y de izquierdas, pero que huímos de los extremos, los que queremos respetar y que nos respeten, y que, además, somos la inmensa mayoría, lo que queremos es que empiecen a gobernar, que no nos convirtamos en el ojo del huracán en los próximos meses, que no nos miren desde fuera de nuestras fronteras con recelo, que nuestras empresas funcionen y que suba el empleo. Que nuestros políticos se ocupen de nosotros, no de ellos mismos, y que, por una vez, den una lección de democracia y de consenso para que podamos volver a confiar en ellos.