Venezuela ha sido contundente: pasó la hora del chavismo. Francia también lo ha sido: la ultraderecha de Marine Le Pen crece con fuerza, pese al apoyo que Hollande ha tenido del pueblo francés en la gestión de los atentados de París.
En Venezuela, Maduro no ha conseguido controlarlo todo, y pese a lo difícil que se lo ha puesto a la oposición, la Mesa de Unidad Nacional (MUD) ha conseguido una aplastante victoria que el propio presidente no ha tenido más remedio que reconocer. El discípulo de Chávez no ha podido gobernar un país condenado al fracaso desde el inicio del disparate que proyectó su predecesor. El resultado ha sido la pobreza, el desabastecimiento de los productos más básicos, la corrupción rampante y las tensiones internacionales.
Los opositores al régimen de Maduro, aún desde la cárcel, han conseguido, con la ayuda de gente valiente como Lilian Tintori, la mujer de Leopoldo López, lo que pocos podían predecir hace sólo unos meses: ganar por goleada al oficialismo. Ni haciendo leyes a medida, ni blindando su cargo. Ni así ha podido vencer un Maduro que, a pesar de todo, tiene todavía unos teóricos años para seguir siendo el presidente de Venezuela, aunque todo hace suponer que más pronto que tarde abandonará el poder. La incógnita es saber si todo transcurrirá por los cauces democráticos, o si el chavismo intentará otras alternativas.
En Francia ha sido el avance de la ultraderecha lo más llamativo de la primera ronda de las elecciones regionales de ayer. Marine Le Pen y su Frente Nacional han ganado en seis de las trece regiones francesas, y el partido de centro derecha Los Republicanos, liderado por el expresidente francés Nicolás Sarkozy, quedó en segundo lugar por delante del gobernante Partido Socialista.
Los franceses arroparon y estuvieron junto a su presidente, François Hollande, en los días posteriores a los atentados de París. Esto, que se podría interpretar como un respaldo electoral, no ha sido así. Los franceses, incluidos los partidos, han actuado con sentido común, mostrándose como un bloque sólido frente al terrorismo, sin politizar estas trágicas circunstancias, y luego votando lo que cada cual ha considerado oportuno. Toda una lección democrática.
Otra cosa es que pueda preocupar más o menos el avance de la ultraderecha en Francia. El Frente Nacional es anti-Unión Europea, y también anti-inmigración. Aunque estas elecciones son regionales, constituyen una clara visión de lo que ocurre políticamente en Francia. En los últimos cuatro años ha crecido continuamente la ultraderecha, especialmente debido a la seguridad y a las políticas económicas. Y es que en Francia se anuncian cambios importantes, unos cambios que muchos miran con recelo y cierta intranquilidad.
Y ahora nos toca a nosotros. El 20 de diciembre tenemos nuestra cita electoral, y también desde fuera nos observan y nos miran con cierta expectación. En estos tiempos, a todos los europeos nos afecta, de un modo u otro, quién está al mando de cualquier país de nuestro entorno. Europa está formada por países variopintos, con políticas distintas y culturas dispares, y del equilibrio de todo ello depende nuestro día a día.
