Crónica de Caudete Rugby Unión del Torneo Seven de Albacete –
«Volvimos a hacerlo… Volvimos a creer en el rugby. Al igual que en la vida, hay que tener confianza en uno mismo y en tus compañeros, que no siempre el pez grande se come al pequeño, que el trabajo y la constancia tienen sus frutos, aunque vengan en cuentagotas, que juntos podemos más y unidos lograremos cosas que no creíamos lograr.
Esta vez empezamos con mal pie los tres partidos de la mañana. Contra Denia A, a los que habíamos visto ya jugar en la playa, quizás por eso, por ser la primera toma de contacto y el partido inaugural del torneo, nos costó más entrar en calor y jugar como hay que jugar. Después, contra los Gañaners de Albacete, con un mejor resultado y, por último, contra Denia B. Simplemente, no jugamos a rugby.
Después de comer, y de un pequeño descanso, nos quedaban dos oportunidades más de volver a casa con buen sabor de boca. La actitud que se respiraba era pesimista, con falta de confianza sumada al cansancio físico y psicológico. Como dijo Rubén: «Nos falta creérnoslo».
Así que antes del primer partido de la tarde nos fuimos al vestuario convocados por nuestro entrenador Kevin Lawler. Juntos, como una piña, como una manada de ciervos cabizabajos, pensativos… Allí simplemente hicimos una síntesis de la mañana. ¿Cuáles habían sido nuestros errores? ¿En qué habíamos fallado tanto? Pero, sobretodo, había una pregunta que debíamos hacernos, y que cuestionó Kevin: ¿Para qué nos habíamos desplazado 100 km?
La respuesta era fácil, como cuando participas en cualquier competición: PARA GANAR. Y podíamos hacerlo si nos creíamos capaces de ello. Nos faltó ese empujón para salir al campo con ganas de jugar, de correr, de placar, de caer y levantarse, de apoyar al compañero, de defenderlo limpiando rucks como si envistiéramos contra muros de hormigón, y lo hicimos… Lo volvimos a hacer, como en Cuenca… Jugamos a rugby, le echamos coraje, nos creímos capaces y ganamos los dos siguientes partidos, contra los All Brans y Old Machines, juveniles y veteranos de Albacete, respectivamente.
Hicimos mauls ganando metros, mantuvimos posesión, y en cuanto había un hueco lo aprovechábamos y ensayábamos. Fase tras fase hicimos nuestro el torneo, ya no importaba lo que había ocurrido por la mañana, no importaban el resto de equipos, éramos hombres nuevos, un equipo compacto, que se hablaba y se entendía, que diseñaba coreografías improvisadas con un balón oval en un campo de rugby y, sobretodo, nos divertíamos con el deporte.
Fueron dos partidos brillantes para nuestros chicos, donde hicimos honor a nuestro entrenador. Nos dijo en el vestuario que teníamos que volver a casa con una victoria, y volvimos con dos…»
Fuente: Caudete Rugby Unión