Desde las últimas elecciones catalanas, algo está cambiando en Cataluña. Dejando aparte el espectáculo circense de Puigdemont y su trupe, formado a partes iguales por malabaristas y payasos, cabe hablar de cambios con más sustancia, como la actitud de ERC.
En los últimos días, ERC se está reconduciendo de una situación esperpéntica hacia algo, en principio, más sensato. Y eso es mucho decir, teniendo en cuenta el entramado de intereses comunes que ERC ha ido tejiendo en los dos últimos años con Puigdemont y sus partidos, y la CUP.
Esquerra Republicana de Cataluña da la sensación de ser consciente ahora de que la unilateralidad es una utopía, y que la república catalana, también lo es. Al menos, de momento. ERC parece despertar de una pesadilla… Evidentemente, las intenciones siguen latentes, y los objetivos, inamovibles. Pero saben que ha culminado una batalla, y que la han perdido clamorosamente. Toca recomponerse, y esperar a una nueva ocasión.
Junts per Catalunya y la CUP siguen a lo suyo. Son dos formaciones a las que ya no les vale otra cosa que el suicidio político, así que continuarán por el callejón sin salida hasta que se estampen. Con un líder dedicado ya a buscar mansión y a intentar librarse de la cárcel, sólo se les puede presumir la desintegración. Algo que empieza a producirse ya.
ERC tampoco lo tiene fácil. El independentismo no le va a perdonar la «traición», personificada en el presidente del Parlamento catalán y su decisión de aplazar la investidura. Esa decisión, precisamente, ha sido la dinamita que ha terminado de hacer volar por los aires la unidad secesionista. Se ha sabido que Junts per Catalunya y la CUP pretendían que ERC firmase un documento por el cual en el momento de la toma de posesión de Puigdemont como president, se reactivaría la república catalana. La idea era que Puigdemont se proclamase president telemáticamente desde Bélgica, y daban igual las consecuencias penales que ello conllevase… ¡qué cómodo y bonito para Puigdemont!
Pero ERC ya no está dispuesta a sacrificar a nadie más entre sus filas, eso es evidente. Porque saben a ciencia cierta que no vale la pena, y que cualquier sacrificio es vano, máxime viendo a Puigdemont haciendo, incluso, ostentación de una vida muy cómoda en Bélgica.
No hace falta ser una pitonisa para imaginar cuánto arrepentimiento sentirán ahora quienes están en la cárcel, y aquellos que entrarán irremediablemente en las próximas semanas. Quienes pensaban que las hordas independentistas los sacarían de prisión, o que la opinión pública internacional presionaría para que los dejasen libres, ya hace algún tiempo que perdieron toda esperanza. Y todo, ¿para qué?
Políticos de todos los colores, opinión pública, prensa, Europa,… Todos avisaron en infinidad de ocasiones con exactitud de lo que ocurriría. Todos decíamos que el Estado de Derecho funciona, y que terminarían donde están ahora. Y ellos lo asumían con altanería. Pocas veces se ha visto de manera más clara a personas inmolándose por absolutamente nada… ERC lo ha sufrido en sus carnes, y parecen los únicos que han entendido la lección.
Claro que ERC sigue con la independencia como objetivo. Y, además, es lícito que persigan ese objetivo, siempre que los cauces que utilicen para conseguirlo estén dentro de la legalidad. Tampoco tengo claro que no hagan algún disparate de aquí a la investidura. Sin embargo, me extrañaría mucho que se salten la ley. Saben que el 155 está vigente, saben dónde han conducido los sacrificios de Junqueras y compañía, y saben que, a malas, no tienen nada que hacer. Ni siquiera tienen la calle, porque las elecciones demostraron que tienen más escaños, pero no tienen más votos, algo que también los dejó tocados.
Mientras tanto, el PP animando a Arrimadas a negociar con Podemos… ¿Quien sabe? Iglesias, con un perfil mediático muy bajo últimamente, no parece apoyar ya posiciones tan extremas como hace unos meses respecto al independentismo, y Xavier Domenech parece un político con un talante más dialogante que otros miembros de su formación. ¿Ponerse de acuerdo para una investidura…? Lo dudo mucho, pero más por la dinámica partidista de la política española que por incapacidad para llegar a acuerdos.
Aunque los votos de Podemos cayesen en el lado de Arrimadas, aritméticamente no habría suficientes para investirla presidenta, aunque en estos momentos, nada parece estar cerrado en Cataluña…