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¿Del 6 al 10?

Pasaron las Fiestas y llega la calma, la rutina diaria, los colegios,… Sin embargo, muchos caudetanos empezaron esta rutina a primeros de septiembre, justo cuando muchos empezábamos a disfrutar de nuestras Fiestas, que también son las de ellos pero que, por muchas circunstancias, no pueden disfrutar. Esto da pie a reflexionar, siquiera un momento, sobre las fechas de nuestras Fiestas.

Ante todo, éstas son una reflexiones puramente personales, por lo que nadie se altere si me atrevo a escribirlas… Y es que el otro día me preguntaban si sería factible que algún día cambiasen las fechas de nuestras Fiestas Patronales, tema éste que no es nuevo, pero que de momento ni se ha planteado, ni creo que se plantee a corto plazo. Sin embargo, como las ideas son libres, no es mal tema para un debate tremendamente interesante.
 
Hasta hace muy poco tiempo he sido defensor a ultranza de mantener las fechas de las Fiestas, pero el hablar durante años con unos y con otros, festeros o no, oir muchos argumentos en ambos sentidos y el contar con la experiencia tan cercana a esta celebración, me ha hecho situarme en una posición menos drástica en este tema. En este punto, no dudo de que ya habrá muchos lectores que se habrán sentido poco menos que escandalizados, aunque también habrá otros muchos que sientan gran interés en que esta cuestión se trate, digamos, de manera pública.

Mi opinión es que las tradiciones deben respetarse en todo lo posible. Un Ruedo de Banderas se hace con las noventa vueltas, o las ciento ochenta si es delante de la Virgen, con un protocolo muy concreto. Lo mismo pasa con el Ruedo de los Volantes, con los "Episodios caudetanos" o con los actos de arcabucería. Todo esto lo englobo dentro de la tradición, y para mí es inamovible. La pregunta es, ¿son las fechas de celebración de las Fiestas una tradición? ¿O son una costumbre? ¿O ambas definiciones son lo mismo, o tienen el mismo valor para nosotros?

El hecho cierto es que son muchos los caudetanos residentes fuera de Caudete que se ven imposibilitados de celebrar sus Fiestas debido a que los primeros días de septiembre son fechas de inicio de colegios, fin de vacaciones y comienzo del trabajo. Otros pueden estar en el pueblo algunos días, o van y vienen si su lugar de residencia no está muy lejano, y otros, los más afortunados, se programan a lo largo del año para poder permanecer en su pueblo, cosa que no está, ni mucho menos, al alcance de todos.

Hecha esta constatación de la realidad, ya podemos empezar a opinar, incluso a recordar. En el pasado, las Fiestas de Caudete se celebraban en agosto, y motivos más bien laborales (coincidían con la siega) hizo que los vecinos las trasladasen de fecha, con el fin de poderlas disfrutar la mayoría de ellos. Según la evolución de nuestra sociedad, estaríamos ante unas circunstancias similares, pero al contrario: quizás si las Fiestas se celebrasen ahora en agosto, muchos más caudetanos podrían participar y disfrutar de ellas. Aqui surge otra cuestión curiosa, porque, al parecer, todo lo que hicieron nuestros antepasados estaba bien hecho, pero si lo hacemos nosotros… no. Es decir, si nuestros tatarabuelos cambiaban algo, estaba bien y lo consideramos intocable, pero si nosotros variamos cualquier aspecto de nuestras Fiestas para adaptarlas a la realidad actual, es poco menos que destrozarlas. Un disparate, en definitiva… Esto, para mí, es un error y un peligro para la supervivencia de las propias Fiestas.

Cuando hablo de cambios de fechas, no estoy pensando en fines de semana, no pienso en que el comercio gane más, ni pienso en hacerlas más accesibles a turistas y visitantes. Estoy pensando en nuestros paisanos, en aquellos que tienen, digamos, el derecho a vivirlas, porque son suyas, y no pueden. Me desmarco aqui de los asuntos económicos, comerciales o turísticos que, siendo positivos, no serían capaces de hacerme pensar en cambiar esas fechas. Las Fiestas Patronales son del pueblo, de su gente, y no es malo que tengamos muchos turistas, ni mucho menos, pero no hay que buscar eso cuando hablamos de adaptar cualquier aspecto de las mismas, sino que lo único que justifica esa adaptación son los propios caudetanos.

Los argumentos a favor y en contra son bastante concretos. Los que no están a favor hacen una defensa en base a la tradición, o la costumbre. Son del 6 al 10 y no hay vuelta de hoja. Es así, y no hay otra razón que lo apoye, ya que sólo con eso ya lo consideran suficiente. Los que están a favor del cambio opinan que las Fiestas han cambiado de fechas en otras ocasiones, que muchos más caudetanos podrían disfrutarlas, que el tiempo meteorológico, incluso, podría ser más estable, y que permitiría aumentar la participación de festeros en las Comparsas.

Unos y otros tienen razones suficientes para defender su opción. Yo hoy me limito a ponerlas por escrito, algo arriesgado por mi parte, lo sé, pero con la sana intención de abrir un debate sosegado que está en la calle pero que se considera un tanto tabú. No creo que deba ser considerado así, sino que todo es discutible, sobre todo cuando hablamos de algo tan nuestro y tan vivo como nuestras Fiestas.

 

Redacción - Caudete Digital

Miguel Llorens fundó Caudete Digital en el año 2000. Apasionado de la informática y de la comunicación, desde la creación de este diario local ha mantenido su vocación de informar y su espíritu de servicio público.