Queridos musulmanes, el mundo nos tiene miedo. El mundo se ríe de nosotros. El mundo está preocupado por nosotros. Y hay razones legítimas para su preocupación que no podemos seguir negando. Es hora de que tiremos la palabra islamofobia por el inodoro y empecemos a mirarnos en el espejo y preguntarnos: ¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo es posible que las organizaciones terroristas más grandes y prósperas del mundo sean musulmanas? ¿Cómo es posible que los terroristas utilicen con éxito el islam para movilizar a miles de musulmanes? ¿Cuál es el problema con nuestros líderes, nuestros imanes y nuestra religión? ¿Por qué seguimos repitiendo estas tradiciones de la edad de piedra que nos han fallado y siguen fallándonos?
El mundo nos ha dejado atrás. Los kuffars que los imanes nos dicen que odiemos han viajado al futuro mientras nosotros todavía estamos atrapados en la Edad Media leyendo historias sobre Mahoma y su caballo volador. Estás leyendo esto con tu teléfono, tableta o computadora, que fue creada por los kuffar. Los mismos kuffar que tanto odiamos han creado medicinas que curan enfermedades. Medicinas que las bolas de cristal de nuestra religión no lograron alcanzar. Los kuffar han avanzado y han viajado al espacio. Mientras tanto, estamos atrapados en la tierra en la Edad Media, yendo a nuestras mezquitas venenosas todos los viernes recitando los mismos capítulos y las mismas historias de Mahoma. ¿Por qué todos estos libros y enseñanzas no han conducido a ningún avance científico, tecnológico o médico? 1.400 años de nosotros, estancados, debatiendo: ¿Cuál es la interpretación correcta? ¿Quién es el verdadero musulmán? ¿Y quién es un kuffer? ¿Cómo podemos convencer a la gente de que se convierta en musulmana?
¿Por qué querría alguien hacerse musulmán hoy? Todos nos tienen miedo. Todos se ríen de nosotros. Si eliminamos a Israel y a Occidente del mundo, seguiremos siendo tan ignorantes como somos. Todavía nos estaríamos apuñalando unos a otros. Dejen de culparnos y, en cambio, mírense a ustedes mismos. El enemigo no está ahí fuera. El enemigo está dentro.
EXPERIENCIAS DE UN SERVIDOR SOBRE ESTE ASUNTO
Creo disponer de una ligera justificación para desarrollar mi criterio sobre el problema de la integración musulmana en España. Mantuve una relación, cercana y diaria, con los moros por espacio de ocho años. Estoy convencido de que siempre, siempre les traté con amabilidad, cercanía y obligado respeto (salvo cuando ellos le faltaron al mío). Por parte de ellos, les supuso mucho tiempo cerciorarse de que mis intenciones de amistad no eran abyectas y que mi único interés hacia ellos era mantener una simple amistad, además de tratar de ayudarles en lo que pudiera, como hubiera deseado con cualquier otra persona corriente de este mundo.
La verdad es que lograr que no recelen o te odien o te teman, fue un colosal ejercicio de paciencia para mi mente. Te ocultan sus intenciones, tratan de darle la vuelta a la situación, de agotarte la paciencia repitiendo una y otra vez que no te entienden. Puedo asegurarles con contundencia, benditos lectores, que posiblemente no se expresen en un correcto castellano, pero, sin duda, repito, la gran mayoría nos entienden con absoluta claridad. Asegurado…
En reposadas conversaciones, les hacía ver el caso empírico sucedido en Estados Unidos, cuando hace un par de siglos se vieron desbordados de necesarios inmigrantes irlandeses e italianos que abarrotaban barcos, que necesitaban un futuro más próspero para sus familias. Les hablaba de lo sencillo y «necesario» que les resultó integrarse en la sociedad americana.
Proseguía mi charla, tratando de hacerles comprender que si han echado un pulso a la vida, entre las ruedas de un camión o en una desvencijada patera, su cambio de mentalidad no se debería ver tan solo reducido a la diferencia de unos cuantos más euros de los que podían ganar en su país de origen. Que las distintas religiones no deben salir fuera de su hogar, de su intimidad; que se abrieran no sólo a su país de acogida, que entrasen en el mundo que existe más allá de lo que Alá disponga o el imán de turno proclame como de obligado cumplimiento.
En fin, creo que tuve cierto éxito en bastantes ocasiones. Aquellas personas que se encuentren dispuestas a acercarse a los moros, únicamente les aconsejo: paciencia, dispongan de mucha paciencia; les han lavado el cerebro durante muchos siglos, demasiados. A nosotros, nos sucedió lo mismo…
En 1994, Serrat con la canción «Te guste o no», del disco «Nadie es perfecto», hacía un gran canto a la tolerancia. Asemejaba cuerpos, costumbres, ilusiones y temores entre los diferentes mundos que conviven en este planeta.
Puede que a ti te guste o puede que no
pero el caso es que tenemos mucho en común.
Bajo un mismo cielo, más o menos azul,
compartimos el aire
y adoramos al sol.
Los dos tenemos el mismo miedo a morir,
idéntica fragilidad,
un corazón,
dos ojos y un sexo similar
y los mismos deseos de amar
y de que alguien nos ame a su vez.
Puede que a ti te guste o puede que no
pero por suerte somos distintos también.
Yo tengo una esposa, tú tienes un harén,
tú cultivas el valle
yo navego la mar.
Tú reniegas en swajili y yo en catalán…
Yo blanco y tú como el betún
y, fíjate,
no sé si me gusta más de ti
lo que te diferencia de mí
o lo que tenemos en común.
Te guste o no
me caes bien por ambas cosas.
Lo común me reconforta,
lo distinto me estimula.
Los dos tenemos el mismo miedo a morir,
idéntica fragilidad,
un corazón,
dos ojos y un sexo similar
y los mismos deseos de amar
y de que alguien nos ame a su vez.
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