El 17 de enero de 2013, el Consejo de Gobierno de Castilla La Mancha declaraba como Bien de Interés Cultural Inmaterial a nuestros «Episodios caudetanos», ratificando así el expediente iniciado hacía un año en la Dirección General de Cultura y que ya en septiembre de 2012 recibió el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio. Esta obra se convertía de esta manera en la primera en recibir tal calificación en nuestra región.
Esta ansiada declaración llegaba tras años de trabajo de la denominada Comisión de los «Episodios caudetanos», una comisión que tenía entre sus fines primordiales conseguir este objetivo, entre otros no menos importantes, como es la publicación de la edición crítica tanto de «El Lucero de Caudete» como de los propios «Episodios caudetanos».
La cuestión es que una vez alcanzado el objetivo de la declaración para nuestra Embajada, y con las ediciones críticas prácticamente finalizadas, la Comisión como tal dejaba de tener sentido. Se hacía patente que había que dar un paso adelante.
La razón es más que evidente: la declaración BIC otorga y reconoce la «propiedad» de la obra para todo el pueblo de Caudete, más allá de asociaciones, sentimientos festeros, culturales o de otra índole. Es decir, oficialmente, los «Episodios caudetanos» pertenecen a todos los caudetanos. Por ello, lo ideal, y lo lógico, es que una entidad que represente a todo el pueblo sea la que se encargue de cuidar, fomentar y organizar nuestra Embajada. Resumiendo: una fundación.
Hasta aquí, está todo claro, o eso creo yo… La segunda parte del análisis hay que basarla en dilucidar si los pasos que se están dando para constituir tal fundación son adecuados y sólidos, como corresponde a una empresa de tal envergadura.
En principio, se ha constituido una gran directiva, y se han confeccionado unos estatutos, pasos previos indispensables para crear una fundación. Esa gran directiva, por número de componentes, está formada por muchos cargos y representantes del municipio, de la provincia y de la región. Tal directiva tiene realmente poco de operativa, y mucho de, digamos, protocolo, y por ello se ha creado simultáneamente una directiva mucho más reducida que será la que realmente gestione la fundación. ¿Para qué sirve la «gran directiva»…? Es algo habitual en las fundaciones que aparezcan muchos cargos en sus directivas, incluso de nivel político (presidentes de Diputación, presidentes regionales, secretarios de Cultura…), y no tiene otro fin que el de dar «empaque» y apoyo institucional al asunto.
Aunque se llevan dos años de parto, la fundación todavía sigue un tanto en el aire, principalmente porque son necesarios 30.000 euros como fondo social para su creación. De hecho, recientemente hemos podido ver en Canal Imagen a Marino Escudero, directivo en funciones, proponiendo a los partidos que ahora se presentan a las Elecciones Municipales que se adhieran a un compromiso económico firme para que, en varias entregas, el Ayuntamiento haga frente a ese dinero. En mi opinión, el nivel de compromiso de un partido político en este sentido dependerá de sus perspectivas de éxito.
Quiero decir con esto que un partido que aspire a gobernar no podrá firmar algo así, puesto que antes de nada se tendrá que crear una partida para ello, y luego ver si el presupuesto correspondiente se aprueba o no con dicha partida. La experiencia me dice que hablar es muy fácil, pero luego puede quedar todo en papel mojado. Ahora, un partido sin perspectivas de gobernar puede comprometerse a cualquier cosa, porque sabe que no se verá en el compromiso de tener que cumplirla. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que yo esté en desacuerdo con que el Ayuntamiento deba aportar ese dinero para constituir la fundación. Nada más lejos de la realidad, porque personalmente soy consciente de que debe hacerlo.
Sin embargo, los problemas en torno a la fundación no se limitan al dinero. Si desde el primer día hay reticencias en el ámbito de las Comparsas respecto a esta fundación, hoy en día, por desgracia, no ha habido un acercamiento real de posturas entre todas las partes. No percibo un ambiente de unión y de remar todos en un mismo sentido. Hay muchas dudas, probablemente poco explicadas, entre la Asociación de Comparsas y la directiva en funciones de la fundación, pese a que los unos están integrados en la otra.
Es normal que los inicios sean complicados, pero urge aclarar cada coma antes de continuar para que esto no comience su andadura con roces. En mi opinión, queda mucho que hablar, que explicar y que consensuar. Algunos temas económicos, de recaudación, de organización o de representación de la Embajada, no cuentan todavía con unanimidad de criterios, aunque sobre el papel parezcan resueltos.
Deseo mucha suerte al futuro de los «Episodios caudetanos». Creo sinceramente que es un patrimonio que tenemos la obligación de cuidar, y la futura fundación es una herramienta muy importante para ello. Lo que toca ahora es hacer que empiece a funcionar en las mejores condiciones posibles, y para ello, como siempre, es imprescindible hablar, hablar y hablar.