Artículo de Opinión – Autor: Tácito

historia_catal«Observo desde hace ya bastante tiempo, que estamos perdiendo nuestras señas de identidad, perdiendo el sentimiento y el orgullo de ser y sentirnos españoles, de tener conciencia de ser ciudadanos de una misma Nación, unidos por una Historia común desde un pasado remoto. Algunas veces, el sentimiento patriótico aflora ante algún evento deportivo, como partidos de fútbol de la selección española y otros. Una de las causas principales, a mi juicio, son los mensajes nacionalistas, con sus mentiras, con la constante y machacona descalificación de nuestra Nación y con la manipulación que hacen de nuestra verdadera Historia, la Historia que nos une e identifica como miembros de una Comunidad superior llamada España.

Intentan destruir nuestro patrimonio histórico-cultural común, dando lugar con esta actitud a esa crisis de identidad que padecemos y que, en definitiva, es el objetivo que pretenden los nacionalismos separatistas, atacando, además, a nuestros símbolos e instituciones, y que ellos defienden orgullosos los suyos en sus territorios.

A modo de ejemplo, haré una breve explicación de la verdadera historia hispano catalana, y algunos de los errores y manipulaciones que cometen.

Empezaré con lo que en su día fue noticia: el Sr. Artur Mas, presidente de la Generalitat Catalana, en un viaje por la India durante la última semana del mes de noviembre de 2013, hizo absurdas y manipuladoras declaraciones, para introducir en la mente de los ciudadanos catalanes, y del resto de los españoles, falsos errores históricos, intentando confundir la realidad con su deseo independentista, buscando la confrontación, comparando la independencia de la India de Gandhi con la independencia de Cataluña. Me pregunto, ¿acaso los procesos históricos son comparables? La India fue un país colonizado por Inglaterra, es decir, fue ocupada por un país extranjero. La India es un país situado fuera de Inglaterra.  Esto nunca ocurrió con Cataluña. Cataluña nunca ha sido una colonia de España.

Cataluña, en su desarrollo histórico, siempre ha estado unida al resto de España, primero formando parte de la Península Ibérica cuando estaba habitada por diversas tribus entre las que destacan los tartesos al sur, los íberos en el centro y sureste peninsular, los celtas al norte y, finalmente, la fusión de celtas e íberos dió lugar a los llamados celtíberos. En la Península Ibérica de aquel momento, no había ningún tipo de frontera. Después, en agosto del año 218 a.d.J. llegaron los romanos, al mando de Cneo Escipión, entrando por Ampurias (Gerona), con la finalidad de combatir a los cartagineses, con los que estaban enfrentados en las llamadas guerras Púnicas. Los romanos vencieron a los cartagineses en la Batalla de Zama y se quedaron en la Peninsula Ibérica. Al territorio ocupado lo llamaron Hispania. Cataluña ya formaba parte de la Peninsula Ibérica y por lo tanto también formaba parte de la Hispania ocupada por los romanos, nuestra España.  Todos fuimos en aquel momento colonizados por los romanos, pero eso también forma parte de nuestra Historia.

Una vez derrotados los cartagineses, los romanos dividieron Hispania en regiones administrativas, que NO políticas, con el fin de mejorar la administración de los territorios ocupados. Así hicieron una primera división administrativa formada por dos regiones: la Hispania Citerior, con capital en Tarraco (Tarragona), y la Hispania Ulterior, más al Sur, con capital en Córdoba, cuyos límites fueron señalados en el año 197 por los pretores Cayo Sempronio y Marco Helvio. Esta división duró casi dos siglos, hasta que en el año 27 a. d. C. Augusto hizo otra nueva división administrativa formada por la Tarraconense, en la que entraba Cataluña, la Bética en Andalucía y la Lusitania con parte de Portugal y Extremadura, y en el año 216 d.d.C. Caracalla hizo otra nueva división añadiendo una nueva provincia: la Gallaecia. La última subdivisión fue ordenada por Diocleciano, englobando la Peninsula Ibérica más las Baleares, quedando la siguiente división administrativa: Tarraconense, Galaecia, Lusitania, Bética y Cartaginense, el Norte de África formando con la Baleárica y la Mauritania. Según Plinio, en tiempos de Augusto, había en Hispania 399 ciudades.

No fue fácil la estancia de los romanos en Hispania, pero al final consiguieron instaurar la paz, iniciando un proceso por el que nos transmitieron su lengua, el latín vulgar, del que luego surgieron el español, el catalán y el gallego, los modos y costumbres de la vida romana y su cultura. A este proceso se le llamó LA ROMANIZACIÓN.

La ocupación romana terminó cuando en el año 409 llegaron por los Pirineos las invasiones bárbaras. Estos invasores bárbaros fueron: los SUEVOS, que se establecieron en Gallaecia, los ALANOS, que ocuparon la Lusitania y Cartaginense, los VÁNDALOS, que ocuparon la Bética, y finalmente, en el año 415, entraron en Hispania los pueblos bárbaros más importantes, los VISIGODOS, mandados por Ataúlfo, que llegó hasta Barcelona, donde fue asesinado ese mismo año por Sigerico, que también corrió la misma suerte. Seguidamente, fue elegido rey de los visigodos Valia, que se comprometió con Roma  en el año 416 a acabar con los suevos, vándalos y alanos, como así fue, con lo que la Hispania romana quedaba unificada bajo el mandato de Leovigildo. Cataluña también estaba integrada en el territorio Hispano. Sólo faltaba unificar la religión, hecho que se llevó a cabo con Recaredo en el año 589 en el tercer Concilio de Toledo. De esta manera se unificó España, incluidos los vascones, siendo Suintila el primer rey que se señoreó por toda la península hasta que en el año 711 ocurrió la invasión musulmana. CATALUÑA NUNCA APARECE FUERA DE LA ESTRUCTURA ORGANIZADA DE LA ESPAÑA ROMANA Y DE LA ESPAÑA VISIGODA.

En la monarquía visigoda, el rey se ayudaba en el gobierno con el consejo y asesoramiento de los Concilios. Se mantuvieron las provincias romanas. Cada provincia estaba gobernada por un “dux”, para nosotros duque, y dividida en distritos gobernados por “comités”, al frente del cual estaba un conde.

Con la llegada de los musulmanes en el año 711 y  la posterior tarea de reconquistar los territorios perdidos, España se fraccionó en diversos reinos y condados, hasta la  total reunificación en el año 1492 por la afortunada intervención de los Reyes Católicos.

El primer reino formado por D. Pelayo, tras la victoria de la batalla de Covadonga en el año 715, fue el reino de Asturias. A D. Pelayo le sucedió su hijo Favila, que murió destrozado por un oso, y a Favila le sucedió el yerno de D. Pelayo, Alfonso I, que llegó a ocupar Galicia y el norte de León. Tras la sucesión de diversos reyes aparece Alfonso II el Casto que fijó la capital en Oviedo y que durante su reinado tuvo la gran suerte de que en el año 813 se descubriese el Sepulcro de Santiago Apóstol en  Iria Flavia (Padrón, La Coruña) dándole el nombre a la ciudad de Compostela (Campo de la Estrella).

La historia medieval española es apasionante y larga de contar, pero fijaremos nuestra atención principalmente en Cataluña, con el fin de poner de manifiesto las manipulaciones nacionalistas sobre una historia que es común a todos los españoles y que la manipulan  para sus intereses despreciando al resto de los españoles y sus sentimientos.

CATALUÑA empezó siendo un conjunto de territorios formados por Urgel, Cerdaña y Ausona (Vic) a los que se le agregaron otros como Gerona (año 792) y Barcelona (año 802), nombrada capital de la llamada MARCA HISPÁNICA, cuya frontera quedó establecida en el río Llobregat. Los territorios de la MARCA estaban bajo la protección de los francos, cuyo rey fue Carlomagno, para protegerse mejor de los ataques de los musulmanes.

El primer conde de la MARCA del que se tiene noticia fue Borrell de Vic, nombrado el año 798, y el primer conde de Barcelona fue Bera, nombrado en el año 802.

El primer conde que se independizó de los francos fue Wifredo el Velloso, entre los años 874 y 896. Fundó los monasterios de Ripoll, Monserrat  y San Juan de la Abadesa, y antes de morir en el año 897, dividió sus territorios entre sus cinco hijos.

El primero en la sucesión fue su hijo Borrell I (896-911) conocido también con el nombre de Wifredo II. Este conde se retiró a un convento y le sucedió su hermano Sunyer (912-953) que hizo lo mismo, después de dar sus territorios a sus hijos Borrell II (947- 992) y Mirón (947- 966).  Ambos gobernaron en colaboración hasta el año 950 que asumió el poder Borrell II. Este conde tuvo que pagar tributo a Abderrahman III y Alhakem II. El año 985, Almanzor atacó Barcelona, destruyendo la ciudad. Ramón Borrell (992-1018) comenzó a reconstruirla, pero nuevamente fue destruida en el año 1003. A Ramón Borrell, casado con Ermesinda de Carcasota, le sucedió su hijo Berenguer Ramón I (1018-1035) llamado el Curvo, que cedió el trono a su hijo Ramón Berenguer I el Viejo (1035- 1076). En el año 1068 Ramón Berenguer I creó un código que regulaba las relaciones entre los señores y los vasallos, código que reafirmaba la importancia del Conde de Barcelona. Este código recibió el nombre de Els Usatges, es decir el código de los usos y costumbres.

Ramón Berenguer I se casó tres veces. Su primera esposa fue Elisabet, que falleció, por lo que el conde se volvió a casar con Blanca, que fue repudiada cuando apareció en su vida Almodis (1020 – 1071), mujer extraordinaria por su activa participación en la política catalana, sobre todo en la organización del sistema jurídico. También por su trágica muerte, ya que fue asesinada por su hijastro Pedro Ramón, como venganza por haber sido desheredado por su padre en favor de los hijos gemelos de Almodis tenidos por su matrimonio con el conde Ramón Berenguer I. Pedro Ramón, el primogénito de Ramón Berenguer I, tras dar muerte a Almodis, y como penitencia, fue a Tierra Santa, donde murió.

Los dos hermanos gemelos se llamaban Ramón Berenguer II “Caberza de Estopa” por el color de sus cabellos” (1076-1082) y Berenguer Ramón II llamado por el pueblo “ El Fraticida” (1076-1096). Berenguer Ramón II, «El Fraticida», en desacuerdo con su hermano por causa del poder, lo mandó asesinar,  quedando solo en el gobierno de sus territorios, junto a su sobrino Ramón Berenguer III.

Berenguer Ramón II intervino en las luchas contra el rey moro de Zaragoza, del que era vasallo el Cid. Cayó prisionero del Cid en el año 1082, y fue puesto en libertad, pero nuevamente volvió a caer prisionero del Cid en el año 1090, en el pinar de Tévar, batalla en la que el Cid le arrebató la Espada Colada. El Cid llegó a un acuerdo con Berenguer Ramón II por el cual la hija del Cid, María, se casaría con Ramón Berenguer III, sobrino de Berenguer Ramón II. Cuando Ramón Berenguer III (1096-1131) alcanzó la mayoría de edad, acusó a su tío del asesinato de su padre ante la corte del rey castellano-leonés Alfonso VI. Fue probada la culpabilidad y Berenguer Ramón II el “Fraticida” fue desposeído de sus cargos y como penitencia fue a la 1ª Cruzada, donde murió. El nuevo rey pronto quedó viudo, casándose en dos ocasiones más. Se enfrentó a los almorávides, ayudando a su suegra Jimena a defender la ciudad de Valencia. Atacó Mallorca e Ibiza en manos de los almorávides y les impuso el pago de tributos, acabando con sus expediciones de piratería. Murió y fue enterrado en el monasterio de Ripoll. En su testamento dejó sus territorios a su primogénito Ramón Berenguer IV, que pasó a hacerse cargo del reino de Aragón por su matrimonio con Petronila, hija del rey de Aragón Ramiro II, y a partir de 1137 Cataluña y Aragón quedaron unidas a consecuencia del mencionado matrimonio.

Y unidas siguieron con Alfonso II de Aragón, hijo de Ramón Berenguer IV y Petronila, al que le sucedió su hijo Pedro II el Católico (1196-1213) que fue derrotado y muerto en la batalla de Muret (1213). La unión entre Aragón y Cataluña se continúa con el Hijo de Pedro II, Jaime I el Conquistador, que ocupó el trono desde (1213-1276). En el año 1214, por intervención del Papa, Jaime I fue reconocido como rey por la nobleza y el clero, y representantes de las ciudades de Cataluña y Aragón. En el año 1228, cumplidos los 20 años, Jaime I reunió en Barcelona las Cortes de Cataluña y les propuso la conquista de Mallorca, hecho que  se llevó a cabo el 31 de diciembre de 1229. En 1232 ocupó Menoría, y posteriormente, y poco a poco, Jaime I conquistó Valencia desde 1233 que toma el puerto de Burriana hasta que en 1253 ocupó Biar, última ciudad que le correspondía a Aragón según el tratado de Cazola, tratado entre Castilla y Aragón firmado en 1179.

Un nuevo tratado firmado por Jaime I y Alfonso X el Sabio, en nombre de su padre Fernando III el Santo, selló los límites de la expansión catalana aragonesa, y como compromiso de este pacto, Alfonso X contrajo matrimonio con Violante, una hija de Jaime I.

Dando un salto hacia adelante en la Historia, el Principado Catalán fue ocupado por Carlos de Viana, príncipe de Navarra, y a la muerte de éste, el 23 de septiembre de 1461, ocupa el principado ese mismo año su hermanastro Fernando el Católico (hermano por parte de padre, del rey Juan II de Aragón). Algunos piensan que Carlos de Viana fue envenenado por su madrasta, Juana Enríquez, madre de Fernando el Católico, a pesar de lo cual Fernando fue jurado en las cortes catalanas nuevo príncipe catalán.

Por el matrimonio de Fernando el Católico, rey de Aragón, y de Isabel la Católica, reina de Castilla, se unen los dos reinos y los territorios que cada uno posee. También Cataluña, integrada en el reino de Aragón, logrando con ello la unificación de España a falta del reino de Granada, que se consiguió en el año 1492.

Manipular la Historia para justificar la independencia es querer negarnos nuestras señas de identidad como Nación, señas que nos dan un carácter y una personalidad ante el resto del mundo. Se podrán alegar otras razones para la separación, pero las históricas no. Los pueblos y naciones, en su configuración, siempre tienen detrás el peso de la historia como señas de identidad, y la historia catalana está unida al resto de la historia de España. Sintámonos, pues, orgullosos de ser y de llamarnos españoles.

Autor: Tácito