«Llegó el momento, la prueba con el número que llaman de la “mala suerte”, aunque para nosotros un día trece nos dio vida con el nacimiento del pequeño de la casa. De todo corazón, deseábamos que éste también favoreciera y perpetuara la de nuestro Reto42Kancer… Era nuestro tercer maratón en 15 días, y también el tercero en el que las molestias en mi pierna derecha se antojaban como protagonistas de la carrera.
La llegada a la salida fue muy atropellada, acabamos aparcando lejos, mal y tarde, pero lo realmente preocupante era que mi cojera y la exigencia de la prueba, nos iban a dar mucha batalla durante el recorrido.
Accedimos al cajón correspondiente y algunos minutos después del pistoletazo comenzó nuestra particular penitencia. Desde el principio corrí con molestias, pero teníamos la certeza de que finalizaríamos la prueba. Dos grandes causas solidarias nos empujaban kilómetro a kilómetro por la particular orografía de la capital de España, en la que no hay ni un solo tramo llano.
Una vez más conseguimos la victoria, esa gran recompensa que todo maratoniano siente al cruzar la meta, la satisfacción de haberte enfrentado a lo imposible y conseguirlo… Mucho más gratificante que un trofeo, pues el verdadero podio es habernos demostrado a nosotros mismos que somos capaces de enfrentarnos a cada barrera utilizando todas las herramientas de las que disponemos: el amor, el apoyo incondicional y el hambre de solidaridad…»