Tras las reformas de las pensiones en 2011 y 2013, todos aquellos que se jubilen hoy, van a ir perdiendo cada vez más poder adquisitivo a lo largo de su vida como pensionistas.
Si las pensiones en nuestro país ya son de por sí miserables, los nuevos cambios han llevado a devaluarlas todavía más. Mientras, el Gobierno insiste en que ahorremos, y que nos hagamos planes de pensiones que nos ayuden a sobrevivir cuando nos jubilemos… ¡Hombre, claro! Nos pasamos la vida pagando impuestos, para que luego tengamos que ahorrar para poder vivir. Y eso, sin contar con que los sueldos son también muy bajos, y que bastante hacemos la mayoría de españoles con llegar a fin de mes.
Los problemas que tenemos con las pensiones en España son muchos: cada vez se tienen menos hijos (menos cotizantes), la esperanza de vida crece (cada vez más pensionistas), los sueldos son bajos (difícil ahorrar),… Las medidas que se adoptan, a mi entender, de dudosa eficacia y negativo impacto para la sociedad. Así, la reforma de las pensiones de 2013 buscaba una fórmula para garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones, y lo hizo ajustando los gastos a los ingresos. El resultado real es que a medida que el número de pensionistas vaya creciendo y aumente la esperanza de vida, la paga será cada vez menor para conseguir ese equilibrio presupuestario.
Curiosamente, el gasto en pensiones no está previsto que crezca en el futuro, sino todo lo contrario: frente 11,8% del PIB que se dedica ahora de los Presupuestos para pensiones, se estima que en 30 años baje al 11%, pese a que se disparará el número de pensiones. No hace falta ser un matemático para comprender que las pensiones bajarán en términos reales mientras se mantengan medidas como esa revalorización del 0,25% anual fija.
Dicha revalorización tuvo su explicación en un momento de crisis, como la que hemos sufrido hasta ahora, y que todavía colea. Tenía su importancia el hecho de mantener, al menos, una mínima revalorización, y garantizar el sistema. Pero ahora, con una mejora sustancial en la economía, habría que plantear nuevas condiciones, que reflejen en la sociedad esas mejoras macroeconómicas tan cacareadas.
Lo que está demostrado es que si se sigue con el mismo sistema, España será el país con una mayor caída de las pensiones en relación al sueldo. Para entendernos rápidamente: con un salario medio de 100, las personas que se jubilen pasarán de cobrar 82 actualmente, a menos de 50 en las próximas décadas. Con esto, está todo dicho.
Por otra parte, el Fondo de Reserva de la Seguridad Social (la «hucha de las pensiones») va menguando, y podría haber quedado en negativo la pasada Navidad para pagar la extra, aunque el Gobierno prefirió endeudarse con un préstamo. Con todo, esto indica que estamos en una situación muy delicada, y que urgen tanto medidas de ingresos, como ajustes para que las pensiones se garanticen y se paguen a los que han sido cotizantes con mayor justicia y proporcionalidad.
No estoy de acuerdo con aplicar impuestos para mejorar las pensiones, como dicen algunos, porque lo que nos dan por un lado, nos lo sacan por el otro. Aunque sea a los bancos, porque, en última instancia, son los clientes finales los que terminamos pagando el pato. La solución más eficaz es, ciertamente, que haya más empleo y más empresas. Es decir, nuevos cotizantes que generen riqueza y, a su vez, nuevos ingresos en forma de afiliación a la Seguridad Social.
Pero, ¿será posible alcanzar esa meta en las actuales circunstancias…? Las perspectivas indican que podría ser, pero, mientras tanto, el Gobierno no puede dejar que sus ciudadanos sean cada día más pobres.
Es una cuestión de pura justicia con quienes han mantenido nuestro país con su esfuerzo y con su dinero.