Poco o nada ha variado la situación política tras las elecciones del 10N. Aparte del llamativo refuerzo de Vox, incluso del PP, y el estrepitoso batacazo de Ciudadanos, la gobernabilidad de España sigue en el aire.
La estrategia partidista de Pedro Sánchez, que esperaba recoger un considerable aumento de votos en esta cita electoral, es evidente que le ha fallado de forma abrumadora. No sólo ha perdido tres diputados, sino que ha perdido mucha fuerza en el Senado, ha perdido casi un millón de votos, y ha propiciado que PP y Vox hayan subido de forma importante, aunque Ciudadanos haya quedado relegado a sexta fuerza en el Congreso, algo que al PSOE le es más intrascendente.
Pero lo verdaderamente importante para los ciudadanos, es que el equilibrio de fuerzas entre la izquierda y la derecha, como era de esperar, ha quedado casi como estaba antes del 10N. ¿Qué va a ocurrir ahora? El presidente en funciones parece que tampoco ha variado mucho su intención, puesto que la misma noche electoral ya dijo que había ganado y que ahora le tocaba al resto apoyarlo. Es decir, la misma estrategia que ha llevado en estos últimos meses, algo que habrá que ver cómo se plasma en las próximas semanas, pero que no pinta nada bien.
En mi opinión, este error de cálculo de Pedro Sánchez es una de las grandes cuestiones de estas Elecciones Generales. Y es que no deberían anteponerse cuestiones personales o de liderazgo a los intereses generales del país, por mucho que sus asesores le indicasen que podía obtener más rédito electoral.
Ahora es el momento de la verdad, y tiene que ser el presidente en funciones quien tome la iniciativa y forme gobierno. No puede esperar, como tampoco lo hizo él, que el resto lo apoye sin más. Ahora hay que negociar en serio, y si no le gusta, debería dar paso a otra persona, porque querría decir que no está preparado para gobernar.
Porque gobernar quiere decir solucionar problemas, y si las ideas son prioritarias, quiere decir que no lo es el país.
Caudete Digital