La guerra contra los vehículos diésel se ha desatado en nuestro país, y casi de improviso. Si tienes un coche de gasoil, lleva cuidado: la Administración va a empezar a mirarte mal.
Hasta no hace mucho, los motores diésel eran el ejemplo a seguir: eficientes y con un consumo reducido. Pero de poco tiempo a esta parte, parece que el diésel es el causante de todos los males de la humanidad.
Como siempre, la escasa información, o la información interesada, nos hace ser más manipulables. Es cierto que las emisiones de NOx (óxidos de nitrógeno) y CO2 de un coche diésel son, generalmente, superiores a las de uno de gasolina. Pero también es cierto que los motores diésel fabricados a partir de 2014, emiten un 30% menos de CO2 y un 85% menos de NOx que los de hace 10 años. Y para 2021, las previsiones indican que se podrán fabricar motores diésel con emisiones muy por debajo a las marcadas por la UE.
El problema está en los coches diésel antiguos. Todos aquellos que superan los 10 años, van a tener muchos problemas para circular en un futuro relativamente cercano, contaminen más, o menos. Sin embargo, un diésel de 2016 contamina menos en largas distancias que la versión de gasolina. Aún así, el diésel está en el punto de mira. Pero, ¿estamos seguros de que es por el bien del planeta…?
Resulta que de la contaminación ambiental por el tráfico de vehículos, sólo un tercio lo constituyen las emisiones de los gases de combustión. El resto, se produce por las ruedas, los sistemas de frenado y las carreteras. Por lo tanto, los coches híbridos y eléctricos, que pesan de media un 24% más, pueden resultar incluso más contaminantes que un diésel… Además, en la fabricación de un coche eléctrico se produce muchísima más contaminación que un diésel o gasolina, un impacto medioambiental nada desdeñable. Parece una paradoja, pero es así. Pero en estos tiempos, lo bonito y ecológico es tener un coche eléctrico…
Si nos fijamos, los vehículos movidos por gas funcionan desde hace décadas. Contaminan mucho menos que un diésel o un gasolina, pero como a las grandes marcas no les interesaba, no invirtieron en su desarrollo. Ninguna lo hizo, salvo pequeñas producciones o adaptaciones puntuales. Si hubiese habido interés «medioambiental», se habrían desarrollado esa y otras tecnologías similares.
Yo no soy vendedor de coches, y el mío es de gasolina, así que, de momento, no me afecta mucho el tema de forma directa. Pero es curioso ver cómo, según interese, siempre nos llevan al huerto. Es indispensable avanzar en la senda de reducir la contaminación y mirar por el Medio Ambiente, pero a ver si desnudamos un santo para vestir otro.
Los cientos de miles de usuarios de vehículos diésel antiguos los tienen todavía, en la mayoría de casos, porque no pueden cambiarlos por uno nuevo. Los compraron legalmente, y ahora, por cambios de criterio, no pueden ser los que paguen el pato: restricciones de circulación y más impuestos. Lo normal sería que el gobierno de turno emprenda planes de ayuda para renovar esos vehículos, porque si no, sólo cabe pensar que más que el interés medioambiental, prima el interés recaudatorio.
Y la gran pregunta es… ¿qué pasa con los camiones? ¿También se van a aplicar nuevos impuestos a los camiones? Porque ya sería catastrófico para muchas empresas.
En mi opinión, el sector automovilístico tiene que avanzar hacia sistemas lo menos contaminantes posibles, pero de una forma ordenada y con sentido común. La realidad, sin embargo, es que cambios de este calado tienen un impacto económico brutal, y la guerra es sin cuartel. Los grandes fabricantes ya llevan tiempo preparándose, y todos se quieren llevar el gato al agua, a costa de lo que sea. Ellos han decidido que sea ahora… y todos, incluídos los gobiernos, pasaremos por el aro, exactamente, ahora…