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El Paso

Una nueva iniciativa se ha puesto en marcha recientemente para intentar salvar lo poco, poquísimo, que queda de la Finca «El Paso», un palacete construido en Caudete a principios del siglo XX por Francisco Albalat Navajas, Conde de San Carlos. Curiosamente, nunca llegó a pernoctar en él.

Recuerdo que hace unos diez años, yo mismo me involucré, junto a algunos amigos, alguno de los cuales trabaja en la Junta, en otra intentona para estudiar las posibilidades de recuperación del edificio. En aquella ocasión, como en otros intentos anteriores, las opciones quedaron reducidas a nada.

«El Paso» fue un edificio digno de admirarse. Albalat construyó una mansión sin reparar en gastos, con todos los lujos que la época podía ofrecer. El maestro albañil Juan Arellano y el artista Agustín Espí participaron en su construcción, y se basaron en un estilo neomudéjar que ofreció un resultado espectacular. El edificio principal consta de tres plantas con ese marcado estilo neomudéjar y detalles modernistas. En su interior, el lujo no daba tregua: mármol Macael en los suelos y zócalos de azulejos traídos de La Cartuja, vidrieras de la Casa Maumejean, lo último en muebles… Pero, quizás, la imagen más típica de «El Paso» sea la de su exótico patio central de 12 columnas, decorado con abundantes mocárabes.

De todo ello, apenas queda nada. El abandono, los actos vandálicos, los robos y las inclemencias climáticas han ido consumiendo esta joya hasta convertirla en una ruina. Tal es su estado, que algunos entendidos en la materia ven inviable una restauración, mientras otros opinan que podría intentarse. Sea como fuere, restaurar o rehacer el edificio supondría, sí o sí, un importantísimo coste económico, dada su situación.

Antes de nada, cabe señalar que la finca tiene unos propietarios, obviamente. Nada pueden hacer los estamentos oficiales en una propiedad privada, y corresponde a los propietarios todo lo que tenga que ver con la finca. Lo único que se puede hacer es tratar de ver cuáles son las condiciones que ponen los dueños, llegado el caso, para una hipotética venta, cesión, o cualquiera de las fórmulas que pudieran aplicarse en este caso. Desconozco si se han reabierto conversaciones entre los propietarios y otras entidades, o si la recogida de firmas obedece tan sólo al deseo de que esto ocurra.

El problema, a mi juicio, no es ya sólo restaurar el edificio. Lo primero que habría que definir es el uso que se le podría dar. He oido varias propuestas, desde que fuese un museo hasta que albergase algún departamento oficial. Pero, para ser sinceros, son opiniones que todos nos planteamos a bote pronto, sin pensar mucho.

La situación, o localización, de la finca también es problemática. Al no estar en el casco urbano, en el caso de que se restaurase tendría que estar casi permanentemente habitada o vigilada, porque se correría el riesgo de que volviese, en poco tiempo, a la situación actual.

Como vemos, aunque no es imposible, hay que reconocer que no es fácil que volvamos a ver «El Paso» tal y como fue. Tenemos en Caudete otros ejemplos, como «Villa Isabel», de edificios emblemáticos y de gran belleza que, poco a poco, se van deteriorando. Estos edificios tienen propietarios, y la cuestión es saber hasta qué punto las administraciones públicas tienen que hacer un esfuerzo en su recuperación y conservación. Desde luego, en muchas ocasiones los dueños apenas pueden soportar el esfuerzo económico que supone su mantenimiento.

Caudete no cuenta con un número elevado de construcciones de este tipo, pero suponen un patrimonio que, si desaparece, nunca volverá. La pregunta es si los caudetanos sacrificaríamos otras cosas por recuperlo, en el caso de que las administraciones no lo viesen conveniente. El Ayuntamiento de Caudete lo intentó en alguna ocasión, según me informan de primera mano, pero entonces no hubo acuerdo, cuando el estado del edificio no era tan ruinoso. ¿Podría haberlo ahora?

Ojalá.

Redacción - CD

Miguel Llorens fundó Caudete Digital en el año 2000. Apasionado de la informática y de la comunicación, desde la creación de este diario local ha mantenido su vocación de informar y su espíritu de servicio público.