Por desgracia, no parece que el nuevo periodo de gobierno municipal empiece con mucho entendimiento. El problema es, una vez más, el sueldo de alcalde y concejales.
El tema del sueldo de los políticos es muy recurrente, y es uno de los más propensos a sufrir la más salvaje de las demagogias. En primer lugar, es una de las herramientas más utilizadas por quienes pierden las elecciones para infligir daño al ganador, pero de una manera tal que, encima, se trata de quedar como un héroe (¿a qué ciudadano no le va a gustar que un político cobre menos?). Y el problema no es otro que la ley sólo marca el techo de los sueldos, pero no el mínimo, con lo que este tema se convierte en un campo de batalla bastante bochornoso.
Lo ideal sería que los sueldos estuviesen regulados y concretados de una manera racional, de forma que se eviten los abusos de quienes tienen mayorías absolutas, y los berenjenales de los consistorios que no la tienen, como el nuestro. Si partimos de la base de que los concejales que trabajan siete u ocho horas en el Ayuntamiento tienen que cobrar, y que existen unas indemnizaciones para todos los concejales por tener la obligación de asistir a comisiones o plenos, fíjense entonces unos criterios donde el sentido común prevalezca.
Y el sentido común nos propone en este caso una pregunta muy simple: concejal de la oposición, ¿estaría usted dispuesto a trabajar en el Ayuntamiento ocho horas diarias, más asumir la responsabilidad y obligaciones de todos los días del año que el cargo conlleva, por el sueldo que usted me quiere imponer? Y no me vale aquello de que la política tiene que ser «vocacional», bonita palabra que se usa para decir que los políticos no deben cobrar, pero que casualmente la dicen aquellos que no tienen posibilidad de hacerlo.
También me podría decir alguien: «¡Pues que no se hubiesen presentado para el cargo!». Bueno, eso es como decir que sólo los ricos, que pueden dedicar su tiempo sin preocuparse de alimentar a su familia, pueden dedicarse a trabajar por su pueblo. No seamos hipócritas.
En el Ayuntamiento deben estar diariamente al menos dos o tres concejales. Para eso los ha elegido el pueblo, no los ha elegido para que estén en su casa, cobren o no. Un concejal que está en su casa, o en su trabajo, y no cobra, sale muy barato para el pueblo, pero no vale para mucho. Cuando un ciudadano va con un problema al Ayuntamiento, quiere hablar y tratar con el máximo responsable del área, es decir, el concejal. Y éste tiene la obligación de tratar el problema, priorizarlo y velar por su correcta resolución. Queremos eficacia, rapidez y resultados, no queremos lentitud, ni que los problemas se eternicen, quizás una de las claves negativas de los últimos tiempos, en los que el alcalde ni siquiera tenía a nadie en su puerta para recibir a los ciudadanos. Eso no se puede consentir.
Actuamente, el presupuesto de sueldos está en algo más de la mitad que cuando entraron los populares hace cuatro años, contando los cargos de confianza que había hasta entonces. Si es mucho o poco no lo sé, sospecho que está muy ajustado comparado con muchos otros pueblos, incluso de la provincia, pero también desconozco los criterios seguidos por los grupos de la oposición para los ajustes que proponen. Unos piden una reducción de un tercio de los sueldos, sin más explicación que el ahorro, y otros proponen ajustes que penalizan mucho más a los concejales que gobiernan que a los de la oposición. Otros, que ya saben lo que es gobernar, de momento no apoyan estas propuestas, aunque falta ver cuáles son las que apoyan. Igual todavía me sorprenden más…
Por supuesto, hay quien no entenderá mi opinión, y yo lo respetaré. Sólo quiero decir con este artículo que el trabajo hay que valorarlo, y el de un concejal no es menos que el de un albañil. Es distinto, pero también es trabajo, con muchas horas dedicadas a su pueblo, y con muchos sinsabores añadidos que se tienen que tragar porque eso sí que lo lleva el cargo, y eso sí que lo tienen que asumir antes de nada.
Estoy a favor del ahorro, pero con responsabilidad. Despreciar el trabajo de los concejales sin más no parece una forma razonable de actuar. Llegar a un consenso sería la mejor opción, pero no empieza la cosa con esas perspectivas. Ojalá cambie el panorama y unos y otros sean capaces de entenderse y empezar con buen pie. Creo que hay margen para ello, y propuestas como la de Iniciativa, aunque mucho más perfiladas, podrían llegar a ser una buena base de partida.
Aunque visto lo visto, y por dónde van los tiros, yo propondría lo más justo: que nadie cobre, pero que todos trabajen. Nada de irse de rositas. Todos a apechugar de forma vocacional. Cada concejal, una concejalía. Responsabilidad compartida, trabajo compartido, críticas compartidas. Si verdaderamente hay responsabilidad y vocación, nadie tendría que tener problema para aceptar esta propuesta.
Supongo…
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