Morir de pobre

Editoriales

miguel_llorens_caudete_digitalRosa murió de pura pobreza. Gas Natural le cortó la luz, y el Ayuntamiento de Reus no avisó a la compañía eléctrica de su precaria situación. Ahora, políticos y directivos se echan mutuamente la culpa, pero su desazón no es la muerte de la mujer, sino la negativa publicidad que les reportará.

España es un país con muchas familias pobres. Y, más que nada, hay muchas personas pobres, y solas. Pobres de solemnidad. El caso de Rosa ha saltado a la prensa porque ha fallecido en un incendio provocado por una vela de las que utilizaba para alumbrarse, a falta de otra cosa. Pero en su misma situación, hay miles de personas. Personas que en muchos casos han trabajado toda su vida, y a su vejez han quedado a merced de hipotecas y deudas que muchas veces no son ni suyas, sino de hijos u otros familiares cercanos a los que en algún momento de su vida trataron de ayudar. O han quedado a merced de míseras pensiones, o sencillamente, a merced de la nada…

El artículo 47 de nuestra Constitución establece que «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada». También se suele decir que la luz y el agua son derechos fundamentales. Sin embargo, sobre esos derechos, prevalece la economía, la ley del más fuerte. Por eso, en este país los poderosos son cada vez más poderosos: porque no hay nada que se les ponga por delante. Basta con disfrazar de «colaboración social» algunos ingresos extras, arrancados del bolsillo de todos los españoles, para que la sociedad se quede conforme. Para que nuestras conciencias no retumben demasiado, y siga girando la rueda de la vida para los que pueden soportar el ritmo que se les impone.

Llegará el frío, y volveremos a ver en la tele incendios por braseros y pobres muertos de frío en un cajero automático. A los que van quedando atrás, no les quedan muchas opciones. Hay tanto por hacer todavía…

Cuando los gobiernos hacen sus presupuestos, no recuerdan el frío que hace en una casa sin luz. El apartado de emergencia social queda relegado a un segundo plano, porque casi todo es más importante que eso. Seguro que para Rosa, y para otras Rosas que vivirán cerca de nosotros, hubiese sido prioritario, pero reunirse en cómodos salones con calefacción no es un buen método para comprenderlo.

 

Redacción - Caudete Digital

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