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Pólvora, In saecula saeculorum

polv_guerrerosDe nuevo, la pólvora vuelve a ser protagonista en el mundo de las fiestas de moros y cristianos. Como es costumbre también, para nada bueno. La falta de una legislación adaptada a la realidad de esta tradición, y la ausencia de un interés real por solventar tal carencia, ha llevado a una serie de poblaciones, entre ellas Caudete, a volver a intentar buscar una solución por sí mismas.

La empresa no es fácil. Cuando la Administración no tiene especial interés en cambiar algo, suele ser porque considera que las cosas están bien como están y porque no tiene presión social que le indique lo contrario. Y, hasta ahora, la presión ejercida a través de la UNDEF para poner las cosas en su justa medida en el tema de la pólvora y las armas de avancarga, ha sido más bien escasa. Al menos, ha sido claramente insuficiente.

La semana pasada tuvo lugar una reunión precisamente en Caudete con representantes de Biar, Elda, Monforte, Ontinyent, Sax, Villena, Yecla y, por supuesto, de nuestra localidad. Alcoy también mostró gran interés, aunque no pudo asistir ningún representante. El objeto de la reunión era iniciar un proceso firme en la resolución del citado problema. Para el día 22 de noviembre hay prevista otra reunión en Villena, y se espera que se sumen más poblaciones para que esa presión social, tan necesaria en estos temas, vaya en aumento.

Hemos estado oyendo algunos disparates en los últimos tiempos respecto a las armas festeras. Circulaba por ahí la teoría de que sería necesaria la adaptación de estas armas de artesanía con piezas metálicas para evitar la entrada de lo que podría considerarse como «metralla»… Claro, todos los días oímos en las noticias cómo los festeros se disparan unos a otros trabucazos cargados con tornillos y bolas de acero… Vamos, ¡una sangría! Vamos a ver: si uno quiere cargarse a otro con un trabuco o un arcabuz, basta con que se lo tire a la cabeza, no hace falta cargarlo de nada. También se puede coger el coche y atropellarlo, o tirarle una maceta desde el balcón. ¿Resulta que ahora los festeros vamos a ser considerados asesinos en potencia?

Aunque parezca mentira, la legislación no contempla una normativa adaptada a la tradición centenaria de la arcabucería. Y parece mentira porque son muchísimas personas las que participan en estos actos, y muchas las poblaciones que poseen entre su acervo cultural y festero esta práctica. Si hasta ahora no se ha conseguido tener unas leyes que la protejan y regulen de una manera correcta, ha sido porque algo, o todo, se ha hecho mal. No se ha sido capaz de que quienes tienen que legislar sobre ello, comprendan el alcance y el interés de primer orden que tiene para los festeros. No se ha sido capaz de explicar correctamente cuáles son los procedimientos, las medidas de seguridad y los modos de proceder por parte de quienes hacen uso de estas armas, ni por parte de la Administración ha habido un mínimo de sensibilidad hacia esta tradición. Hasta ahora, todo ha sido un puro desprecio, basado en una falsa apuesta por la seguridad.

Ante la insensibilidad, la presión social es la única forma de llamar la atención y de molestar al acomodado legislador para que haga su trabajo. Las movilizaciones, las manifestaciones, las concentraciones… La prensa, la televisión, la radio… Los festeros, las asociaciones, los ayuntamientos… ¡Todos! Sí, todos los interesados debemos estar preparados para intentar apoyar de una manera decidida todo aquello encaminado a solucionar el problema. No le voy a pedir a alguien que no le importan las fiestas de moros y cristianos que apoye, pero sí hago desde aquí un llamamiento al resto para que, si llega el momento, demos el do de pecho.

Ya está bien. Probablemente sea ahora o nunca. Si esta iniciativa no consigue el resultado esperado, la arcabucería en muchas fiestas patronales habrá llegado, prácticamente, a su fin en unos pocos años.

Redacción - CD

Miguel Llorens fundó Caudete Digital en el año 2000. Apasionado de la informática y de la comunicación, desde la creación de este diario local ha mantenido su vocación de informar y su espíritu de servicio público.