amnistia

República Catalana: Opereta Bufa. Segunda parte Artículo de Óscar de Caso

Óscar de Caso

La amnistía, si no está plena y unánimemente justificada, desgasta el ánimo por mantener vivos y cumplir los Derechos Humanos. Además, se percibe un sentimiento de impunidad y, por consiguiente, hace más débil la fuerza de la democracia, y si en esta amnistía los delitos juzgados y sentenciados impiden el cumplimiento de la justicia, este tipo de amnistía es injusta.

En Cataluña, en un principio, lo más perentorio habría de ser tratar de solucionar la maltratada sanidad pública junto con los problemas de convivencia de los barrios periféricos de las grandes ciudades, y algo que cada día que pasa está mal visto e incluso criticado e insultado: la libertad de opinión… Gran parte de la ciudadanía catalana considera que su principal problema es conseguir la independencia, algo que tan solo controlarían sus amos. Miopía social…

Esa perseverante pelea antifranquista que mantuvo Cataluña durante la dictadura y que ahora pervive, transformándola en separatismo, sirvió, sin duda, en el pasado y no en el presente democrático. Al pueblo catalán el azar no les ayuda en estas ocasiones, cuando aparentemente coordinan su autogobierno de una manera positiva, surge un «iluminado» y monta el embrollo.

Los nacionalistas de Junts vienen a representar las clases medias de las capitales de provincias junto con la alta burguesía. Por parte de ERC, tienen a su lado a la Cataluña del interior y a la población con oficios mecánicos. El pacto entre estos dos grupos políticos casi se pudiera titular de «antisocial». Lo único que sujeta esa unión es conseguir la secesión lo más inmediato posible, pero no en la forma ni en el modelo de gobernar. Es más, que una supuesta independencia esté liderada por Junts, un partido obediente a «pies juntillas» de las ordenanzas, en cuanto a recortes y austeridad me refiero, por mandato del Banco Central Europeo o bien por el Fondo Monetario Internacional, no debe ser cosa menor que los trabajadores estén obligados a tenerlo en cuenta ante cualquier votación.

Más pronto que tarde, la ciudadanía de Cataluña, para no prolongar la evidente ruptura que hoy se padece y lograr que ésta no se haga perenne, ha de ser llamada a urnas. En este referéndum se le deberá preguntar a la gente sobre la forma de Estado que desean, no por sus sentimientos de identidad.

El catedrático emérito de Derecho, Moral y Política de la Universidad de Barcelona, Juan Francisco Capella (Barcelona 1939), contempla las condiciones para la secesión en Cataluña que deberían reunir los siguientes requisitos: «a) la participación mínima de 80% del censo y b) una mayoría de síes del 55% en todas y cada una de las provincias catalanas».

La contestación por parte del Estado de que sus fronteras según su Constitución no pueden tener alteración es del todo refutable, y si el grupo nacionalista pide su separación y lo hace de manera pacífica es, sin duda, legítimo. El hecho consecuente a la anterior situación de por qué las demandas de independencia no se logran y el resto de España que rechaza esa petición se escudan de que la Constitución está de su lado.

En este conflicto por la independencia una parte –la catalana- ha aprendido en sus carnes, por desgracia, que el Estado no es un tigre de papel. La otra parte se ha dado cuenta que un proyecto político de independencia es legítimo si se respetan las normas democráticas.

Escribamos sobre una posible voluntad de federalismo, para llegar a ello, es vital reconocer la pluralidad del Estado e inevitablemente reconocer el Derecho de Autodeterminación. El federalismo es tratar de conseguir una unidad dialogada y, por supuesto, democrática y el necesario poder para autogobernarse. Las dificultades que surjan no deben tener el carácter de pleitos entre ambas partes, tienen que ser dirimidos bajo la misma ley.

Finalizo con unas palabras del diputado perteneciente a ERC, Gabriel Rufián: «Para mí una patria son las llaves de la casa de mi madre, la cama donde duerme mi hijo o la gente que se levanta muy temprano para ir a trabajar. La bandera para mí es el delantal de mi abuela».

«Barcelona i jo» (Barcelona y yo) es una canción escrita por Joan Manuel Serrat en 1990 incluida en disco «Material sensible». Es una canción que el maestro debía a su ciudad. Contiene una evocación sencilla y directa en la que Barcelona aparece como una ciudad de contrastes.

 

A medida que llegan hombres

se hace grande la ciudad.

A medida que los pies le crecen

se le hace pequeña la cabeza.

A medida que crece, olvida,

hinchada de vanidad

que bajo el asfalto está la tierra

de los antepasados.

A medida que pierde el tamaño

se va llenando de prisioneros,

de robinsones de andar por casa,

náufragos en medio del barullo

que viven vidas pequeñas

en pequeños mundos de hormigón.

Así están las cosas entre

Barcelona y yo.

Mil perfumes y mil colores.

Mil caras tiene Barcelona.

La que Cerdá soñó,

la que malogró Porcioles,

la que devoran las ratas,

la que vuelan las palomas,

la que se remoja en la playa,

la que se extiende hacia las colinas,

la que por San Juan se quema,

la que cuenta para bailar,

la que me vuelve la espalda

y la que me da la mano.

A medida que la camino

bajo los pliegues de su vestido

y le repaso las arrugas

con la puntita del dedo,

me silban las esquinas

esa vieja canción

que sólo sabemos la luna,

Barcelona y yo.

la quiero desnuda y entera

resbalando entre los dos ríos,

con sus fantasías

y sus cicatrices,

la quiero con la obsesión

de un recluta enamorado

porque es viva y porque se queja

mi ciudad.